miércoles, 12 de enero de 2011

LA DESILUCION



Todo lo que en esta vida se hace por primera vez resulta difícil, nos puede hace sufrir y nos puede lastimar; es la dificultad que tiene todo aprendizaje.
El amor adolescente es generalmente doloroso y a la vez maravilloso. Es como un estado de permanente gozo, incluso aunque el otro no esté presente, diría que aunque parezca increíble, es más extraordinario aún cuando no está el otro.
Porque el primer amor es más una idea platónica que una realidad concreta, es enamorarse del amor que esa persona representa.
El sólo hecho de evocar al ser amado hace sentir sensaciones de placer inigualables y lo único que se desea es volver a verlo; pero es la idea la que se anhela, que siempre supera a la persona real y que suele no estar nunca a la altura de ese sentimiento de adoración.
Es un estado de ceguera total porque no se puede ver claro y sólo se percibe lo que se quiere ver, alguien que en realidad no existe pero que se encarna en un ser de carne y hueso que no se parece en nada a ese ideal.
Las hormonas son las que impulsan a tomar decisiones erróneas, a confiar en personas que todos saben que no son dignas de crédito, a dar pruebas de amor, a entregarse sin reservas pensando que es una oportunidad única para sentirse transportado al cielo.
Sin embargo, para una mujer, no siempre esta relación suele ser un vínculo tan placentero como creen, debido a que los jóvenes en general tampoco tienen experiencia y no saben cómo tratar al otro sexo.
Es generalizado el hecho que el primer acto sexual para una pareja de principiantes no resulta satisfactorio; y no sólo el primero sino también los subsiguientes si el hombre no sabe hacer el amor y sólo se satisface él mismo, como ha ocurrido durante muchas generaciones y lamentablemente sigue ocurriendo en la actualidad a pesar de la libertad sexual.






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